Alan García acaba de reunirse con empresarios en el Banco de la Nación, en medio de carteles que llevaban un número en gran tamaño: 9.8%, orgulloso balance del crecimiento económico de 2008. Era como decir, los demás están en crisis y nosotros nos damos el lujo de crecer como lo hacía China, y antes Chile. Sólo que la cifra promedio de los nueve primeros meses había sido de 11.06% y la del último trimestre 6.80%, con tendencia a la baja (9.16% en octubre, 6.36 en noviembre y 4.90% en diciembre).
Ahora nos enteramos que enero cerró con 3.14% de crecimiento, muy por debajo de las cifras, hace poco corregidas, del BCR, que hablan de un rango de 4 a 5% para todo el 2009. Recién comienza el año y estamos camino al sótano, sobre todo porque está a la vista una tendencia, es decir un retroceso que se ha ido profundizando mes a mes. Dice el INEI que las exportaciones se desplomaron en 38.6% en un solo mes, arrastrando a la manufactura, principalmente en el rubro de confecciones, y a la agroexportación, que dieron valores negativos. Más de 30 mil empleos se han perdido en esos sectores, pero cuando Farah tocó este tema lo quisieron matar.
Soy optimista y lo voy a seguir siendo aunque a otros les moleste, ha declarado García con la vanidad que le caracteriza. Pero su gobierno no está haciendo nada en el campo industrial y agropecuario, que no sea abrir cada vez más la economía para que, a falta de mercados en el mundo, otros países vengan a quedarse con el nuestro, convirtiéndonos en desocupados. Si el modelo exportador está en el suelo, ¿dónde está la voz de orden para reemplazar los mercados que se están perdiendo?, ¿cómo nos estamos preparando para una economía con mayores intercambios dentro de la región andina y Sudamérica, y con un mayor desarrollo del mercado interno? Bueno, si hay algo que decir es que no se está haciendo nada.
Alguien que leyó mal a Keynes, porque siempre le creyó a Friedman, ha convencido al gobierno que el truco de la crisis es gastar lo más que se pueda, para reemplazar las inversiones y empleo que se pierden por el desastre de los mercados. Y que la manera de no incurrir en pecados estatistas es formar asociaciones con los privados, que consisten en ampliarles las concesiones y la disponibilidad de fondos públicos, empujando a un gasto desordenado que, en vez de amortiguar la crisis, va a acrecentar la corrupción.
Lanzado el plan anticrisis en diciembre y el plan de estímulo en enero, la actividad económica se está orientando cada vez más claramente a la recesión. Pero el gobierno dice que no es así, que estamos en el mejor de los mundos. Y los empresarios lo aplauden. O como dijo Cáceres Sayán en la ceremonia del 9.8%: lo que pasa señor presidente es que usted es muy convincente y nos convence, pues.
Fuente : Diario La Primera
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