domingo, mayo 17

LAS INVERSIONES


Dicen que el gobierno está muy preocupado por las inversiones. En la cabeza de los tecnócratas la palabra inversión es como la llave que abre la puerta de la salud, dinero y el amor.
Un tecnócrata es como una persona con un solo diente que pretende enseñarnos a cómo lavarlo y tenerlo brillante.
Un tecnócrata es un pianista que tiene un piano de una sola tecla y que pretende hacer el teatro de que nos dará un concierto.
Un tecnócrata es un señor que estudió algo, sacó un diploma que asegura que estudió algo, y que luego nos llena de cifras y palabrejas que nadie entiende, solo él, palabrejas como "concesión" cuando en realidad es privatización; "modernidad", cuando en realidad es empresa privada; "libre mercado", cuando en realidad es monopolios; y ahora último: "terrorista antiminero", cuando en realidad es poblador defendiendo su derecho a no ser contaminado y evitar que su propiedad sea destruida.
Un tecnócrata es un señor que nunca vivirá a lado de una mina, porque le apesta, pero sí esta seguro que a los pobladores no les apesta, porque sólo es percepción.
En general, un tecnócrata es un señor que ve todo por medio de un tubo, todo lo demás no existe, solo lo que ve por medio de ese tubo.
Esos tecnócratas nos llenan de opiniones sobre las inversiones, es lo que ven por ese tubo. Inversiones por aquí, inversiones por allá, inversiones arriba y abajo, debajo de la mesa, de la silla, en fin. Parece que hubiera una sola neurona llamada inversiones.
Pero lo que esos tecnócratas no ven por ese tubo, es que los pobladores también son inversionistas. Es gente que ha invertido no solo dinero, sino toda una vida para florecer. Todo ese esfuerzo de recursos y humanidad hecha por el poblador, también es una una inversión.
Los señores tecnócratas, bien diplomados en universidades de prestigio, nos dicen que esas inversiones del poblador, no valen nada y que solo la empresa minera es la que hace inversiones y que esas inversiones son las que necesita ese poblador y todos, punto final. Y si no estás de acuerdo, entonces pasa a ser un terrorista antiminero obstáculo a las inversiones, según el tubo del tecnócrata.
¿Y la Constitución? ¿Habrá leído el tecnócrata la Constitución?
En resumen, un país en manos de esos tecnócratas, es como dar el coche a un manco, cojo y tuerto para que nos lleve por el serpentín de Pasamayo. La desgracia es segura.

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